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El temazcal es un baño de vapor utilizado en Mesoamérica con fines higiénicos, rituales, terapéuticos y espirituales.
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La palabra temazcal proviene de la palabra náhuatl “temazcalli”, (temaz-sudor, calli-casa); su traducción literal sería “casa de sudor”.
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El temazcal es una especie de choza generalmente redonda que tiene entre dos y cuatro metros de diámetro y no sobrepasa el metro y medio de altura, con una diminuta abertura que sirve de puerta de entrada. En algunos casos dispone de una hornilla (tlexictli), donde se coloca la leña que calienta el recinto a través de una pared, y en otros (cuando están situados en terrenos externos a las viviendas), se hace una hoguera grande donde se calientan las piedras y recipientes con agua y hierbas medicinales. Este fuego sagrado representa al dios del sol, cuya energía fecundante y creadora calienta las piedras volcánicas.
A menudo también se pone un círculo de piedras con objetos representantes de los ancestros para reconocer la presencia espiritual de los abuelos.
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El temazcal desempeñó durante mucho tiempo un papel importante en la vida social y religiosa del pueblo mexicano, estas estructuras arquitectónicas y sobretodo, el ritual que allí se llevaba a cabo, llegó a considerarse como una de las ceremonias más relevantes para diversas culturas indígenas, principalmente de Mesoamérica y Norteamérica.
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Tanto para los pueblos ancestrales como para cientos de personas que practican hoy en día la ceremonia temazcal, el calor, el vapor y el sudor provocan una purificación de cuerpo y alma, en comunión con la naturaleza, bien conocida por las culturas ancestrales.
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En sí, el temazcal representa la tierra, la diosa que nos sustenta y nos da la vida; cuando la persona se introduce en él, se dice que está entrando en el vientre de la madre tierra y por esto tiene forma de “domo” con pequeñas dimensiones representando el vientre materno.